La etnopoètica y los etnopoetas

 

por Roser Ros y Vilanova (España)

 

 

La etnopoética

La etnopoètica (1) es el arte de crear mediante la palabra. Dicho de otra manera, es una forma de comunicación verbal con finalidad estética que nos permite a los humanos dar rienda suelta a nuestra necesidad de relacionarnos, construir y compartir mundos imaginarios, expresar sentimientos, recuerdos, vivencias, en una palabra, contar cosas. Este tipo de literatura acepta toda clase de recreaciones, transformaciones y usos, según las necesidades de cada momento ya sea a través del canal oral o el escrito. Actualmente los adelantos tecnológicos permiten la difusión de las composiciones etnopoèticas a través de la fotocopia, internet o el correo electrónico y me atrevería a decir que también las difunden los vídeos que llegan a nuestro ordenador a través de you tube . Sin ir más lejos, ayer mismo me mandaron un link con un vídeo cuyo contenido me habían contado dos días antes en formato chiste.

Todos los individuos estamos capacitados para producir mensajes etnopoèticos con la única condición de utilizar primordialmente dos de nuestras múltiples habilidades: la escucha y el habla. Ambas capacidades forman el principal binomio sobre el que se sustenta el arte de comunicarnos a través de la palabra. Ambas capacidades son las garantes de que dichas creaciones y recreaciones de difundirán sin descanso ni tregua rompiéndose en un sinfín de versiones.

 

La escucha

En el principio está la escucha. Ejercer de oyente implica, entre otras muchas cosas, crear lazos (afectivos) con los sonidos que nos atrapan. Lo sonoro penetra en nuestro interior a través del oído y nos mantiene emocionalmente comunicados con el entorno. Durante su estancia en el seno materno, el feto percibe sonidos, experiencias sonoras de enorme importancia en su desarrollo posterior, afectando principalmente su sensibilidad, que al fin y al cabo es lo único que hace falta cultivar para disfrutar y entender cualquier obra de arte. Pues tal como nos advierte Joan Francesc Mira " El arte es un fenómeno que pertenece al campo de la estética y estética en griego quiere decir percepción y la percepción quiere decir sensibilidad".

Si practicar la escucha es una suerte de arte, ello no nos impide que, al escuchar, retengamos sólo una parte de lo oído, seguramente lo que nos interesa o nos emociona en profundidad, mientras dejamos en manos del olvido lo demás, lo que nos deja indiferentes. De este modo, nuestros recuerdos auditivos se depositan en la memoria hasta que, llegado el día, volverán a salir en forma de palabras (u otros tipos de expresión y lenguajes) en una recreación a cargo de nuestra imaginación, una facultad que todos poseemos y que nos permite crear imágenes.

 

El habla

Sólo quien ha sido en primer lugar oyente está capacitado para practicar el habla con verdadero conocimiento de causa. Haber escuchado nos facilita poder ejercer la palabra prestando una atención particular al interlocutor, tomando buena nota de sus reacciones, de sus premoniciones, de sus gustos y sus disgustos, de su sorpresa, de su adivinación. Con todos estos matices en su haber, el hablante podrá dar forma final al mensaje que está tratando de comunicar (siendo ésta una de las grandes diferencias existentes entre la comunicación oral y la escrita).

 

Contar escuchando

La verdadera narración exige una continuada contextualización de la memoria del narrador y de la receptividad de quienes le escuchan con la finalidad de establecer una circularidad experiencial, una tensión empática, entre ambos nos advierte Lluís Duch (2). Entre la escucha y el habla, esta es la geografía en la que habitamos todos cuantos pretendemos contar. Hablantes, narradores u oradores, gentes todas que nos empeñamos en transmitir los más variados mensajes producto intransferible de nuestra memoria sirviéndonos de la voz, producto personalísimo de nuestra respiración, de todo nuestro cuerpo, de todo nuestro ser. Un colectivo formado por toda suerte de individuos que no se ponen de acuerdo (ni nosotros mismos) sobre cual deba ser su denominación. ¿Narrador, cuentero, cuentacuentos, juglar, charlatán, y/u otras lindezas? Llámense como se quiera (a condición de que su apelativo no infantilice demasiado su función, pues no sólo para los tiernos oídos se hizo la narrativa). Yo me inclino por el apelativo etnopoetas, y entre nuestras responsabilidades está el hecho de jamás perder de vista que al lanzar las primeras palabras de un relato para que sean percibidas por los oídos de cuantos nos conceden el don de su atención, damos el disparo de salida que permitirá, tanto a los oyentes como a nosotros mismos, iniciar el viaje hacia el otro lado del espejo, donde un mundo de fantasías mentales, verbales y simbólicas nos esperan.

 

(1) En el año 1975, la folklorista israelí Heda Jason introdujo en su libro Ethnopoetics: A multilingual terminology el nombre ethnopoetics para referirse a la ciencia que estudia este tipo de literatura, un término que el profesor Josep M. Pujol adaptó al catalán con el nombre de etnopoética.

(2) Lluís Duch La paraula trencada Barcelona: PAM, 2007 p. 70

Roser Ros y Vilanova. Pedagoga, narradora y escritora. Presidenta de Tantàgora. Profesora de la Universitat Ramon Llull. Premio de Cultura Popular 2010 otorgado por el Consell Nacional Català de les Arts. Mayo de 2010.

Enviado por su autora, Roser Ros, para la Red Internacional de Cuentacuentos.

Prohibida su reproducción, total o parcial, sin permiso de su autora Roser Ros.

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