LA HORA DEL CUENTO

 

por Mayra Navarro (Cuba)


 

Emociones y hallazgos de la palabra viva

La primera vez que conté un cuento, no podía suponer que ese acto irresponsable marcaba el inicio de mi vida profesional y que, desde entonces a la fecha, contar sería para mí razón y pasión.

Hoy puedo calificar aquel acto de "irresponsable" porque, siendo apenas una adolescente, desconocía casi por completo todo lo relacionado con el arte de contar cuentos de viva voz y me lanzaba a esas lides recién comenzando a adentrarme en su historia, su teoría y su técnica, deslumbrada por la encanto de los relatos que había escuchado contar, y tal vez, sin saberlo entonces y como descubrí después, porque si "fuerte y universal ha sido en todo tiempo el impulso de oír narrar un cuento, el impulso de cantarlo ha sido siempre mayor (") el deseo primario de hacer algo, de arriesgarse". (Sawyer, 1942)

La narración oral de un cuento, con todos los atributos expresivos de la palabra viva, puede convertirse en una experiencia enriquecedora. Entre el narrador y su público se establece una corriente comunicacional vivificante, gracias a la emoción trasmitida por los matices de la voz, así como por las posibilidades sugerentes de los lenguajes no verbales para convocar imágenes.

Si como artista, el cuento contado de viva voz me ha proporcionado inolvidables emociones en el contacto con públicos muy diversos, como docente, ha sido mi más preciado instrumento de trabajo en la labor de la Educación por el Arte y en la promoción y animación sociocultural, como un hecho artístico comunicacional, para motivar el desarrollo de capacidades, aptitudes, habilidades e intereses.

 

Pero" comencemos por el principio

La narración oral en Cuba debe sus primicias a la Doctora María Teresa Freyre de Andrade, quien fuera designada directora de la Biblioteca Nacional después del triunfo revolucionario.

A inicios de la década de los cincuenta, la Dra. Freyre "como todos la llamaban- ya había organizado seminarios de narración oral en el Lyceum de La Habana (1) y desde las páginas de la Revista Lyceum (2), en una especie de introducción al tema monográfico de ese número (3) -titulada Pórtico - llamaba la atención sobre la importancia de que nuestras bibliotecas públicas (por entonces muy escasas) siguiendo el programa de actividades de las más modernas bibliotecas en el mundo, prepararan "a los lectores para disfrutar del goce que se deriva de la apreciación estética" y proporcionaran "gratas horas de recreo (") de manera informal, siguiendo gustos e intereses de los lectores" y aprovechando "todas las circunstancias propicias para desarrollar en ellos nuevas apetencias de superación."

La actividad de La Hora del Cuento, que por entonces funcionaba ya para los más pequeños en la Biblioteca Juvenil (4) del Lyceum, servía fielmente a los objetivos propuestos. En el mismo número de la revista, aparece un artículo de la propia Dra. Freyre, bajo el título El arte de contar cuentos , el cual debe haber servido como material de estudio para los seminarios que ella ofreciera y que aún sigue siendo fuente de obligada consulta.

En 1962, bajo las orientaciones de la Dra. Freyre y con la inapreciable colaboración del poeta Eliseo Diego y de la Dra. María del Carmen Garcini "a quienes debo mi formación profesional en este campo-, se crea el Departamento de Literatura y Narraciones Infantiles de la Biblioteca Nacional José Martí, dedicado a sistematizar la actividad de La Hora del Cuento en su Departamento Juvenil y a estudiar y difundir la técnica del arte de contar cuentos mediante la preparación de narradores en toda la red nacional de bibliotecas públicas para niños en todo el país, y la edición de la Colección Textos para Narradores , iniciada en 1966: Adaptaciones de cuentos , para niños de 1º y 2º ; 3º y 4º ; 5º y 6º grados, y Teoría y Técnica del Arte de Narrar. De la biblioteca personal de la Dra. Freyre provenían los primeros materiales teóricos que se tradujeron y publicaron en Cuba, gracias a los cuales conocimos las experiencias de algunos de los más reconocidos investigadores y narradores de cuentos.

 

Precisiones y criterios para el desarrollo de la actividad

Durante dieciséis años tuve a mi cargo La Hora del Cuento en el Departamento Juvenil de la Biblioteca Nacional y ese espacio mágico era para mí el momento de la verdad , pues si bien la mayor parte del tiempo me dedicaba a penetrar el mundo de este arte milenario que recién estaba descubriendo, su teoría, su técnica, y a preparar y a estudiar los cuentos que contaría, el instante de la relación directa con el público representaba "y así sigue siendo- la culminación de su esencia. Allí se ponían a prueba mis capacidades potenciales, más lo que iba aprendiendo y descubriendo en cada uno de aquellos lances, tan frágiles, tan fugaces, tan disímiles, pero que dejaban en mí una emoción nueva y el deseo de volver, una y otra vez, a experimentar aquella sensación de plenitud. Años después, definí ese momento como un esfuerzo creador (5), ese que en el acto de contar tensa todas las posibilidades expresivas del narrador, sin ningún otro recurso adicional que su palabra, su voz y sus gestos, en la soledad de un espacio vacío, como mediador de la historia con su público. 

Siendo un arte en sí mismo que se sustenta por sus valores propios, independientes de cualquier intención otra, el arte de contar cuentos de viva voz como centro de La Hora del Cuento, era considerado desde entonces en el ámbito de la labor bibliotecaria como "El método más apropiado de que puede servirse un bibliotecario para extender la afición a la lectura entre los niños y comunicar una intensa vida a la marcha de la biblioteca infantil"" (Amo, 1964), a lo cual puedo añadir como muy importante, el hecho de que incluso los más pequeños pueden disfrutarlo antes de saber leer y que los induce directamente a una relación iniciática placentera y desde el arte con los libros. Para los que ya dominaban la lectura, el cuento contado era un gancho para incentivarlos a continuar leyendo y una manera de encauzar sus gustos literarios, trabajando directamente en el desarrollo de su sensibilidad gracias a los múltiples temas de los cuentos. A este objetivo central, se sumaban otros, que van desde la imprescindible necesidad del divertimento lúdico, pasando por la importancia de desarrollar la imaginación y el sentido del humor, hasta considerarlo como un valioso apoyo para mejorar y ampliar el vocabulario e "iluminar (") las distintas materias del curriculum" (Cather, 1908; 1963).

 

Balance desde la memoria

El ambiente informal de La Hora del Cuento era bien diferente al de un aula escolar, para que los niños disfrutaran plenamente de aquella atmósfera distendida. Nunca se destacaba la moraleja de la historia, pues como es sabido, los niños son capaces de sacar conclusiones propias y señalarles el mensaje de manera explícita, rompería el hechizo del momento.

Disponíamos de un salón de tamaño regular, provisto de una alfombra, cojines y sillas pequeñas; los niños ocupaban el sitio que mejor les acomodaba y no necesariamente debían mantenerse sentados. Muchos de ellos se acostaban boca abajo, apoyados en sus codos, mientras que otros lo hacían con el cojín como almohada. Se había previsto un sistema de iluminación que permitía bajar la luz en busca de cierta penumbra, para propiciar concentración e intimidad, pero influenciados también por las referencias de los textos teóricos que poseíamos, provenientes de países fríos, en los que la luz natural es muy diferente a la nuestra.

El desarrollo de La Hora del Cuento no tenía entonces un concepto de espectáculo, aunque visto desde la actualidad, podría considerarse como un espectáculo de pequeño formato, con características propias, de acuerdo con los fines para los que había sido concebido. Por lo general, la actividad se realizaba en tres grupos diferentes y en cada sesión se narraban varios cuentos. La duración total se ajustaba a las edades de los niños, más breve para los más pequeños y, para los mayores, se acomodaba a su capacidad de atención. Solía manejar el tiempo a mi arbitrio, guiada por el comportamiento de los niños, pero dentro de un rango máximo de 15 a 20 minutos con los pequeñitos y de 30 a 40, con los mayores. En ocasiones, se programaban ciclos de cuentos con temáticas específicas, para los más grandes, con el objetivo de promover determinado tipo de lecturas: relatos históricos, de ciencia-ficción, de caballería y con temas científicos, entre otros.

Comenzaba dialogando con los niños para motivarlos y propiciaba la conversación entre un cuento y otro; atendía siempre a lo que dijeran, respondía a sus preguntas y retomaba el cuento en un tránsito imperceptible, como si no se "detuviera" la narración. De igual forma, si notaba a un niño distraído o molestando a otro, no lo regañaba, sino que por medio del propio relato, con la mirada, las palabras o un breve acercamiento espacial, conseguía rescatar su atención. Todo esto lo hacía por pura intuición, pues hasta mucho después no supe que estaba poniendo en práctica técnicas comunicacionales inherentes al arte de contar cuentos.

Mientras contaba, la mayor parte del tiempo estaba de pie frente al público, moviéndome levemente en el pequeño espacio de que disponía, aunque alguna vez me sentara en una silla que mantenía cerca y volviera a ponerme en pie tan pronto como lo necesitaba, ya fuera por la acción del relato o en el tránsito de un cuento a otro. También podía caminar entre los niños, relacionándome con ellos más cercanamente; incluso, estando sentada, sobre todo con los más pequeños, aceptaba sostener sobre mis rodillas al que quisiera que lo cargara, y la interacción se hacía más íntima y personal, lo cual se proyectaba también hacia los otros. Esto ratifica la acertada opinión de que la narración con niños es más eficaz cuando se realiza sentado, pues permite pues permite establecer una relación afectiva, así como que estando de pie, se mantiene una distancia en "actitud de espectador y no de actor (") más próximo a partir que el que se sienta". (Pastoriza de Etchebarne, 1989) Creo que no le falta razón cuando se trata de locales pequeños y con una cantidad limitada de público, pero en otras circunstancias, contar sentado es, a mi juicio, una limitante.

En cuanto a los asistentes a la actividad semanal programada, eran los lectores habituales, público libre que acudía en ese horario para participar y para hacer uso del servicio de préstamo de libros, aunque también se ofrecía para público dirigido de las escuelas que lo solicitaran en otros horarios, a fin de propiciar su acercamiento a la biblioteca.

Por todo lo que hasta aquí he apuntado y con la visión del presente acerca de la promoción y la animación sociocultural, me atrevo a concluir que desde entonces, el narrador de la biblioteca era ya un animador de la lectura a través de La Hora del Cuento, la cual reunía todos los requisitos organizativos de las actividades de animación sociocultural:

  • Divulgación estable dentro del programa general de actividades de la biblioteca.
  • Un espacio con independencia para su realización dentro de la biblioteca.
  • Sistematicidad: a) frecuencia estable, por lo general, una vez a la semana; b) hora convenida, la de mayor afluencia de público; c) tiempo de duración, ajustado a las edades de los niños.
  • Un bibliotecario/a o narrador/a responsable de esta labor, con un tiempo previo para la selección y preparación del repertorio, con conocimientos sobre la teoría y la técnica del arte de contar cuentos y de los intereses de los niños, según sus edades.

 

La Hora del Cuento en la actualidad: segunda época

A finales de los años noventa del siglo pasado, volví a asumir La Hora del Cuento en la Biblioteca Provincial Rubén Martínez Villena, de La Habana Vieja. Ahora, con los saberes acumulados en mi ya larga vida profesional, considero que se trata de una segunda época en la que los conceptos se dimensionan, los procesos se enriquecen y los objetivos se amplían.

Luego de algunos años de estar realizando sistemáticamente la actividad, desde mi labor como especialista del Grupo de Desarrollo Sociocultural del Ministerio de Cultura, a cargo del programa Narración Oral, Lenguaje y Comunicación, y apoyada en mi experiencia escénica con el Proyecto NarrArte , sentí la necesidad de realizar un brevísimo estudio en el que se recogieran aspectos y variantes de la realidad actual, los cuales sirvieran para revalorar su alcance.

Las observaciones y comentarios para este estudio se fundamentan en un período completo de esta práctica que abarcó cinco meses. Los encuentros semanales, cada jueves a las 12 del día, tuvieron lugar en la Sala de Juegos de la Biblioteca Villena , con un grupo de 4º grado de la Escuela Simón Rodríguez, ubicado en esa Institución por el Plan de Aulas en los Museos, bajo los auspicios de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana. La duración aproximada de cada encuentro fue de cincuenta minutos a una hora y participaron un total de 18 alumnos (9 niñas " 9 niños) y su maestro.

Es importante señalar que no fue posible tener un observador que anotara la totalidad de las incidencias en los encuentros, de modo que las relatorías recogen los aspectos que yo misma lograba resumir al final de las actividades pero, aunque incompletas, sirvieron de base a esta suerte de investigación-acción para arribar a algunas conclusiones, basada en los objetivos generales de la investigación cualitativa: descripción, control y explicación de la realidad.

 

Definiciones y objetivos

Para definir de manera general y breve mi concepto actual de La Hora del Cuento , diría que se trata de una acción de sensibilización y formación de públicos : tanto un público lector como tantos públicos sean posibles para otras artes y espacios.

Ya más explícitamente, concretaría que se trata de una experiencia con el cuento narrado de viva voz como eje central, para su disfrute como hecho artístico en favor de la promoción de la lectura y otras formas del arte y la cultura , el desarrollo de la comunicación y la creación de valores éticos y estéticos, que incluye, además, otras maneras expresivas de la comunicación oral tradicional, tales como la conversación, el relato de anécdotas, adivinanzas, trabalenguas, refranes, juegos de palabras y juegos participativos.

En esta segunda época, sin menoscabo del hecho artístico , se privilegia el proceso de la interacción comunicacional en el grupo, y entre el grupo y la narradora: cualquier elemento, previsto o fortuito, puede servir al quehacer creativo que se genera desde el autorreconocimiento de sí mismos por parte de los niños y los conocimientos que poseen, hasta el descubrimiento del universo que los contiene, a veces ignorado por la obviedad de lo cotidiano. Ser parte consciente del mundo en que vivimos nos conduce a penetrar en las profundidades del saber, sin los apremios ni las exigencias de un aprendizaje impuesto, sino con la sensación gratificante de ser copartícipes del fluir de la existencia misma, como fuente nutricia de las emociones y el pensamiento.

Al objetivo primario de acercarlos al gusto por la lectura, se mantienen y enriquecen otras intenciones someramente antes apuntadas y se le suman nuevas, igualmente importantes para el desarrollo del conocimiento y la formación de la personalidad del sujeto, ya que ponen en juego lo afectivo y lo cognitivo.

Además del disfrute del hecho artístico que se comparte, implica la participación cultural, acción que favorece la formación de públicos desde edades tempranas. Asimismo, la interrelación adecuada con el grupo desarrolla actitudes comunicacionales pertinentes, propicia aprendizajes mediante procesos vivenciales y, en ese acto de socialización, se van creando patrones correctos de conductas sociales. Por otra parte, del contenido de los cuentos se desprenden valores éticos y estéticos que les llegan de manera inconsciente, natural y no impuesta.

 

Una estructura probada para la actividad

Esta estructura es sólo una guía que he concebido para establecer un cierto orden y definir su contenido, pero no resultará en modo alguno una camisa de fuerza inamovible que impida el diálogo abierto y el penetrar en temas no previstos, como pude comprobar durante los encuentros.

1. Ronda de presentación

Este aspecto es necesario y solo posible cuando se trata de un ciclo con un grupo cerrado. Al comienzo de la actividad, cada uno de los participantes se presenta ante el grupo diciendo su nombre y añadiendo después algo que haya sido señalado en el encuadre del ejercicio, seleccionado con un sentido específico de las técnicas de presentación o variantes. Cada día se hará una presentación diferente, comenzando por la más sencilla y fácil para ellos, hasta lograr que sea necesario pensar más y conocerse más, para asumir lo que se les pide. Cuando se trabaja con público abierto, este paso queda al arbitrio de la creatividad del narrador, quien lo sustituirá por alguna conversación o anécdota introductoria que genere un buen ambiente para comenzar la actividad.

Algunos de los objetivos específicos de esta práctica son:

•  propiciar un clima participativo desde el principio;

•  caldear el ambiente

•  que el/la narrador/a se familiarice con los nombres de todos y los niños con el del/de la narrador/a

•  que aprendan a captar y a realizar una tarea general dada al colectivo;

•  que los niños ganen seguridad, asumiéndose como un sujeto individual con un nombre y características propias;

•  que conozcan que tener un nombre (y una nacionalidad) es uno de los derechos de los niños;

•  que aprendan a reconocer sus capacidades y valores, para reafirmar su identidad;

•  que el grupo descubra en cada uno de los participantes las características y capacidades distintivas de cada cual, que los hacen diferentes entre sí: gustos, criterios, posibilidades expresivas (tanto verbales como no verbales), etc.

 

2. Narración de un cuento

La selección de los cuentos dependerá de la edad y los intereses de los integrantes del grupo. En el caso de los grupos cerrados se facilita el proceso, dado que se trata de un colectivo homogéneo con edades similares e igual nivel escolar.

 

3. Juego participativo

Los juegos seleccionados tendrán como característica esencial que permitan la participación de todo el grupo , nunca juegos en los que algunos sean actuantes y otros observadores, ni tampoco juegos competitivos que fomenten rivalidades. Por lo general, son juegos que desarrollan atención, coordinación, ritmo, en torno a una canción o juego de palabras que se reiteran, etc. Un objetivo específico de esta sección es crear un inventario de juegos que les sirva para jugar en los recreos y en las acampadas pioneriles. Por eso es recomendable el sugerirles que los anoten en una libreta y, cada cierto tiempo, hacer un balance de cuántos juegos se han jugado.

 

4. Narración de un cuento

 

5. Adivinanzas

Las adivinanzas son otra forma de juego participativo y así se les hace saber. Se les hablará de sus orígenes como tradición popular, del sentido figurado que suelen tener y la necesidad de escucharlas hasta el final, para poder pensar y encontrar la respuesta correcta. Con estas explicaciones se establece un acuerdo previo, algunas reglas que permitan que el "juego" se desarrolle dentro de ciertos límites que permitan un funcionamiento adecuado.

 

6. Narración de un cuento

 

7. Despedida o cierre

El cierre puede asumir una estructura hecha, que se reitere cada vez con un sentido lúdicro, que les permita participar también, que sea esperado: "Colorín, colorete, ya los cuentos se acabete " Llegaron por un camino plateado, se fueron por otro dorado" Colorín, colorado, el que no se levante, se queda pegado"" Pueden hacerse todas las variantes posibles, inventadas, jugando con la rima. También pueden utilizarse otras formas de cierre para despedir un grupo, cada cual con una palabra, un color, una frase" Después, sin previo acuerdo, llega el momento del intercambio libre de opiniones, del acercamiento afectivo espontáneo de los niños con el/la narrador/a, de la despedida informal y el pacto de encuentro para la próxima semana.

En la continuidad de los encuentros, es normal que los niños quieran contar algún cuento, decir sus adivinanzas y proponer sus propios juegos. Esto es un indicador muy positivo y demuestra que funciona el sentido participativo que la actividad se plantea como premisa y, sin duda alguna, debe ser aprovechado creativamente, pasando de lo participativo momentáneo, a sugerirles que se responsabilicen para la próxima vez con las adivinanzas o con el juego, así como indicarles algunos libros de la bilioteca donde pueden encontrarlos.

 

Algunas cifras y resultados extraídos de las relatorías

LA HORA DEL CUENTO cumple las características de organización y sistematicidad que supone toda actividad de animación y promoción sociocultural, muy importantes para fomentar hábitos de participación cultural a favor de la sensibilización y formación de públicos.

De 14 encuentros posibles en el período señalado, se realizaron 12; se narraron 27 cuentos, jugamos 11 juegos y se presentaron un mínimo de 120 adivinanzas diferentes. De estas cifras se deriva la evidencia de un considerable caudal de información y conocimientos nuevos que contribuyen a enriquecer su universo. Aunque el diseño de la actividad propone tres cuentos en cada encuentro, la flexibilidad prevista permitió hacer los ajustes necesarios, acordes con la extensión de los cuentos o de las incidentales que se incorporaron. El espacio bibliotecario facilitó el contacto directo con el libro y la lectura; en muchos de los encuentros y por diversas vías, se hizo un énfasis especial en este aspecto.

Logramos construir un clima de confianza y libertad psicológicas que hizo posible una comunicación abierta para la participación e interacción grupal, propiciadas por la actitud receptiva de la narradora, para romper esquemas o patrones cerrados. Asimismo, se mantuvo la constante de vincular con procesos vivenciales los conocimientos del grupo y sus aprendizajes, privilegiando conversaciones y/o relatos de anécdotas (dos de las formas esenciales de la comunicación oral) de cuyos contenidos emanan, naturalmente, valores éticos y estéticos. Mediante la participación activa en las presentaciones, las adivinanzas, los juegos y los diálogos, se propició una comunicación más desinhibida, utilizando lenguajes no verbales y valores vocales (matices, intenciones), para reforzar el sentido de lo verbal.

El sentido del humor se trabajó habitualmente para caldear las relaciones grupales, liberar tensiones, perder el miedo a equivocarse, etc. Considero que el sentido del humor es un punto de equilibrio entre el individuo y la vida, que hace posible otra mirada a los errores y las frustraciones, para asumirlos con sentido crítico y superarlos. La buena relación afectiva entre los niños y la coordinadora, apoyada en principios de respeto mutuo, favoreció la pertinencia y la pertenencia grupal adecuadas.

Resulta muy interesante que al trabajar las cualidades físicas y morales, los niños tuvieran dificultades para expresarlas, para diferenciarlas y para autorreconocerse. Ello puede estar relacionado con los cambios que comienzan a operarse en la pubertad, el comienzo del descubrimiento de "¿quién soy?" , para tomar conciencia de sus individualidades, como parte del desarrollo de su identidad en esta etapa de la vida.

Considero que un punto vulnerable de esta indagación es el no haber tenido un observador con mirada distanciada y crítica, por no ser parte del proceso, en especial para evaluar los propósitos del estudio y las funciones de la narradora. El hecho de haber asumido por mí misma el recuento de los hechos una vez concluida cada actividad, hace que pudieran perderse situaciones concretas dependientes de la memorización, además de otros aspectos subjetivos que se pasan por alto cuando estamos en situación protagónica, lo que la sabiduría popular asume como "ser juez y parte". Es importante reconocer también, objetivamente, que en este tipo de labor hay momentos que nunca podrán ser recogidos, porque quedan en el plano de las sensaciones, los sentimientos, las emociones y el inconciente.

__________________

NOTAS:

(1) El Lyceum de La Habana (1928) fue una asociación femenina para fomentar en la mujer el espíritu colectivo, alentando y encauzando actividades de orden cultural, social y deportivo.

(2) Órgano oficial del Lyceum de La Habana.

(3) Revista Lyceum, no.31, vol. VIII, ag., 1952, pp.6-7. (Dedicada a la biblioteca, sus funciones y la labor del bibliotecario.)

(4) Fundada en 1944.

(5) Navarro, Mayra.- Aprendiendo a contar cuentos . La Habana , Editorial Gente Nueva, 1999. ( pág. 69 )

 

Enviado por su autora, Mayra Navarro, para la Red Internacional de Cuentacauentos.

Prohibida su reproducción, total o parcial, sin permiso de su autora Mayra Navarro.

Red Internacional de Cuentacuentos :: International Storytelling Network