El espacio escénico

 

por Juanjo Merapalabra (España)

 

El espacio escénico es el sitio adonde el público mira cuando se está desarrollando el espectáculo, dónde el público pone su atención.

En la actualidad el espacio escénico ha ampliado sus horizontes y prácticamente puede ser cualquier lugar: la calle, una plaza, un escenario a la italiana, un tejado, un andamio, una/s puerta/s,... Cualquier lugar donde se desarrolle el espectáculo es un espacio escénico.

Cuando se habla de espacio escénico la tendencia es a pensar en una o dos disciplinas artísticas, pero yo he hablado de espectáculo a propósito. Una carrera de caballos o de coches es un espectáculo que se desarrolla en un escenario, un combate de boxeo, una corrida de toros, un partido de fútbol, un concierto de rock, un mitin político, una misa... Y así podríamos dar una serie de espectáculos que necesitan un sitio especial para desarrollarse con unas condiciones especiales. Pero algunos puntos en común tienen estos lugares, puntos quizás comunes a casi todos los espacios escénicos. Y de esos puntos en común tal vez pudiéramos extraer unas leyes generales del espacio escénico. Pero eso quizás es tema de investigación para una tesis, para escribir un libro, o, en todo caso, para hacer ciencia.

Mi interés al abrir tanto el campo de visión es, por una parte, hacer ver las infinitas osibilidades y variantes al tomar el espacio escénico como un elemento sémico en el espectáculo a la hora de su montaje, y por otra, tomarlo como punto de referencia, que es lo que me interesa hablar aquí.

Es evidente que elegir el lugar donde queremos desarrollar nuestro espectáculo es para casi todos nosotros una utopía. Mas bien, tenemos una tendencia contraria, adaptar nuestro espectáculo al espacio. Otra posibilidad es llevar el espacio a cuestas, pero tanto la de la adpatación como la de cargar con el espacio coartan las libres posibilidades si pudiéramos elegir. Aún así, tengo que decir que no me parece que disminuya por esto la calidad de los espectáculos, ni la imaginación en cuanto a los espacios utilizados.

Lo que ocurre es que queramos o no, el espacio escénico donde vamos a desarrollar nuestro montaje significa. Además significa sensorialmente, es decir, primero se siente el espacio y después se intelectualiza. Por eso es, fundamentalmente, el punto de referencia. Sí, el punto de referencia para todos los que integran el espectáculo, de un lado u otro del espacio, desde el punto de vista técnico, artístico, del público... desde todas las caras posibles del infinicaedro incontrolable desde donde se consideran los espectáculos.

¿Quiero decir con ello que tenemos que tomarlo en consideración como una unidad significativa? Sí. No sólo eso, sino que el narrador tiene que tomar esa unidad como soporte, es un sitio donde moverse, dentro del que estar. Es también el macrosignificante del espectáculo. Desde allí proyectará su voz, sugerirá sus sueños, mostrará su ser desnudo para convertirse en canal de la imaginación, en conversación con el público. Es el punto de referencia tanto para él, como para el público. ¿Pensarían ustedes de un paisaje en las paredes del metro que es de Chillida? ¿O de un cuadro en el Prado que es de un anónimo artista urbano? ¿Qué nivel cultural le achacan a cada uno? ¿Esperan escuchar el aria de alguna ópera en un bar especializado en poner chupitos? ¿Esperan realmente si se presentan en un centro de mujeres maltratadas, en una cárcel, o un centro de educación de adultos ver aparecer por allí a la comunidad cultural de la ciudad aunque la entrada sea libre? Y estoy hablando sólo de lo que rodea al espacio escénico. Pero ¿tiene el mismo significado que ustedes no programen sino luz de sala en un instituto que en un teatro? ¿Esperan realmente que los abuelos vayan a escucharlos si se programan en una piscina como espacio escénico?

Pero aunque todo esto es así no se trata de quedarse tan alejados. El narrador elije o acuerda con el público cuál va a ser su espacio, un espacio donde esté completamente iluminado y desde donde todos y cada uno le vean. Ahora bien, ¿qué quiero yo como narrador que el público piense mientras no comienza el espectáculo? ¿Cuál es la música que le va bien, no al espectáculo, sino al espacio escénico para completarlo? ¿Deseo que huela de forma especial cuando entren? ¿Quiero que se sientan dentro o fuera del espacio escénico? ¿Las luces que le van bien a ese espacio, solo, sin narrador, sin palabras, a ese espacio significativo que todos cuando entran miran, algunos incluso analizan, son de penumbra, de sala, en completa oscuridad para que sólo esté el espacio cuando esté el narrador? ¿Voy a formar parte del espacio antes que comience el espectáculo? ¿Que altura quiero en un tablado en la calle? ¿Voy a considerar los pasillos, las escaleras, las puertas?

Estas preguntas son pocas. Dado que es practicamente imposible hoy día diseñar un espacio junto con el espectáulo, se hace necesario adaptarse a él o rediseñarlo dependiendo de lo que tengamos. Por eso es importante tomar en consideración el espacio escénico antes, durante y después de la función. Intentar incluirlo como un elemento poético más del espectálo, ver qué posibles cuadros y encuadres damos desde distintos sitios del público, y desde luego, si rediseñamos el espacio, lo elegimos o utilizamos uno más original o diferente del que se suele, por favor, que matice el sentido del espectáculo, enmarcándolo. Y recuerden siempre que el espacio entra primero al subconsciente, después o se queda ahí, o pasa a la conciencia. Y tengan en cuenta que el espacio escénico es una variable que junto con las otras cuatro están constantemente vivas en el momento de la presentación.

Con permiso de su autor, Juanjo Merapalabra, para Red Internacional de Cuentacuentos.

Publicado en su web: http://www.merapalabra.com/index.php?page=espacio-escenico // Prohibida su reproducción sin permiso de su autor.

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