Arena y Canto

Contando y cantando

La razón... es la misma

Ellas y ellos

De miserias y opulencias

En el suelo y con prisas. Así llegué al mundo. Con prisas para encontrar los cuentos que se dejen contar y sin ella para saborearlos al narrarlos.

Luego fui la protagonista de las fiestas del colegio por mi profunda voz de contralto. Lo fui hasta ese aciago festejo en que aparecí con una bandera de papel cruzada en el cuerpo, un estrafalario gorro rojo y un palo de escoba a modo de cetro. Así se representa la Patria en Argentina. Desde entonces, solo me disfrazo por obligación. Y, a pesar de todo, me quedó el gusto por decir.

Para decir, probé varios lenguajes: pintar y esculpir se me dio definitivamente mal.

Le creí menos a mi profesora de música del colegio que a mi padre. Ella opinaba que yo era átona (no hay acepciones en el diccionario al respecto).

Mi padre decía que mi voz era la más bella. Por eso, me atreví con el canto y también con el teatro. Jugué con la danza y la expresión corporal.

Así, pude decir muchas cosas, de diferentes maneras. Y siempre había algo entre pecho y espalda que no se dejaba actuar, bailar, esculpir ni cantar.

Los cuentos lo hicieron brotar.

http://www.youtube.com/watch?v=FsT17QZAATs

http://www.youtube.com/watch?v=RelmxhAdtJQ&feature=related

http://www.youtube.com/watch?v=jTCsNp4vp9k